El análisis bioenergético trabaja en el punto de encuentro de tres vectores: la emoción, la palabra y la relación. Pertenecemos a los movimientos de integración porque operamos en en las conexiones e interacciones entre lo biológico y lo psicológico, entre mente y cuerpo, entre emoción y representación, entre el sujeto y su entorno. Y trabajamos con los procesos de intercambio que modifican mutuamente a las partes, que han sido siempre el centro de nuestra práctica terapéutica…”.