2003. Francisco García Esteban. Transcripción de la ponencia presentada en Madrid en las Primeras Jornadas Ibéricas de Análisis Bioenergético.

Introducción

Todos los aquí presentes seguramente compartamos el interés por alcanzar un reconocimiento profesional y social del análisis bioenergético como una escuela de psicoterapia seria con probada capacidad para aliviar el sufrimiento psíquico y promover el desarrollo personal. Por desgracia la situación actual dista mucho de ello. El análisis bioenergético es una escuela bastante desconocida, incluso en el ámbito profesional, y que con frecuencia se asocia tanto por colegas como por el público general a una “terapia alternativa” (en el sentido marginal de la expresión) de dudosa seriedad y cuestionable eficacia. En algunos países de Europa se está empezando a regular la práctica de la psicología clínica, exigiéndose formaciones complementarias a las recibidas en la universidad para poder ejercer como psicólogo clínico y/o ser aceptado por el estado o las compañías de seguros como proveedor de psicoterapia. Con frecuencia la formación en análisis bioenergético no se reconoce como válida para obtener la certificación como psicoterapeuta. Las dos escuelas que habitualmente se reconocen son el psicoanálisis y la modificación de conducta. Estas dos orientaciones, junto con la biológica, son las que asimismo gozan de mayor aceptación en la sociedad en general y en los ámbitos académicos.

Deberíamos preguntarnos por qué el análisis bioenergético no goza de una mayor implantación y de una mejor reputación. Es posible que un motivo fundamental tenga que ver con la ausencia de una sólida sistematización de nuestra teoría y nuestra técnica. Si deseamos llevar a cabo dicha sistematización deberíamos considerar como llevarla a cabo. Para ello tendríamos que plantearnos también la siguiente pregunta: ¿Somos realmente una orientación tan diferente e irreconciliable con aquellas escuelas que gozan de un reconocimiento general y tienen un cuerpo teórico más desarrollado? En mi opinión no es así y tendremos que descubrir el lugar que ocupa el análisis bioenergético en el panorama de la psicología, es decir, cómo nos integramos en el conjunto del saber psicológico y qué es lo específico que aportamos. Creo que poco a poco vamos tomando conciencia del interés y de las limitaciones de las diferentes escuelas. En la medida en que cada orientación se va asentando con solidez va pudiendo reconocer el interés de las aportaciones de otras corrientes sin percibirlo como una amenaza para su propia supervivencia. La realidad humana es compleja y son necesarios diferentes puntos de vista para comprenderla en toda su riqueza. Es probable que en la actualidad la psicología esté alcanzando una cierta 2 madurez que posibilite la superación de fanatismos descalificadores y excluyentes, permita reconocer el interés y limitaciones de diferentes enfoques y favorezca una integración enriquecedora de sus respectivas aportaciones.

Tal vez en el futuro no se hable tanto de escuelas diferentes como de campos diferentes del saber. Por tanto creo que habría que intentar sistematizar nuestra teoría y técnica utilizando el bagaje conceptual disponible en la psicología académica, convenientemente complementado por los conceptos específicos de nuestra escuela. Tendríamos que tratar de no ser marginales, alternativos, sino una corriente que se integra en el conocimiento acumulado por la psicología, la biología y la medicina, y lo complementa con su saber específico. La presente ponencia pretende constituir una pequeña aportación en este sentido. En las jornadas científicas de la sociedad portuguesa del año 2001 presenté una ponencia titulada “Psicoanálisis y Análisis Bioenergético”. En ella abordé el tema de la integración entre psicoanálisis y análisis bioenergético, explorando en que medida podíamos aprovecharnos de los conocimientos psicoanalíticos para desarrollar la teoría y la práctica del análisis bioenergético. Las ideas básicas allí expresadas eran las siguientes: Por un lado, el análisis bioenergético en cuantoteoría del funcionamiento humano puede ser entendido como una extensión del psicoanálisis al ámbito del cuerpo. Por otro lado, en cuanto psicoterapia, puede considerarse como un enfoque psico-corporal que desarrolla las conceptualizaciones psicoanalíticas sobre la dinámica de las patologías y la naturaleza del proceso terapéutico, y utiliza una serie de nuevos recursos técnicos corporales que permiten ayudar al paciente de una manera más eficaz e integral.

El presente trabajo continúa esa línea integradora, planteándome en esta ocasión descubrir en que media podemos y debemos incorporar los conocimientos de la teoría del aprendizaje en la teoría y práctica del análisis bioenergético. El título de la ponencia no obstante no es “Teoría del aprendizaje y análisis bioenergético” sino “Elementos de análisis y aprendizaje en terapia bioenergética”. Ello hace referencia a que el objetivo no es exclusivamente explorar las posibilidades de conceptualización del análisis bioenergético en términos de la teoría del aprendizaje, sino también ver cómo se puede integrar esta conceptualización con el elemento analítico que está en la base del análisis bioenergético. Se trata pues, en última instancia, de identificar e integrar los elementos de análisis y aprendizaje que existen en la terapia bioenergética.

¿Es posible la integración?

La relación del análisis bioenergético con el psicoanálisis es conocida y en mayor o menor medida aceptada. No lo es tanto la relación con el aprendizaje. De hecho el psicoanálisis y la terapia de modificación de conducta se sitúan en posiciones opuesta en el abanico de las psicoterapias, por lo que en primer lugar tendríamos que plantearnos si es posible la integración que nos proponemos. Es cierto que el psicoanálisis y la modificación de conducta, en cuanto técnicas psicoterapéuticas, no son integrables. Son perfectamente distinguibles e incompatibles entre sí.

No sucede lo mismo con las teorías sobre las que se apoyan: el psicoanálisis como teoría del funcionamiento psíquico y la teoría del aprendizaje. Permitidme que haga referencia a algunas lecturas que contribuyeron a despertar en mí la creencia en la posibilidad de su integración. En mis primeros años de formación universitaria tuve acceso a dos libros que me resultaron muy sugerentes: La “Introducción al Psicoanálisis” de Sigmund Freud y “Más allá de la libertad y la dignidad” de B.F. Skinner. Aunque de dos orientaciones muy diferentes, ambos provocaron en mí gran interés y 3 sentimientos afines. En ambos se explicaba la conducta humana en función de los aspectos más primitivos (podríamos decir animales) del ser humano, en vez de en función de sus motivaciones más elevadas o más supuestamente humanas. La terminología era diferente, podía hacerse referencia a vivencias internas o a comportamientos observables, podía hablarse de búsqueda del placer y evitación del dolor o de búsqueda de refuerzos positivos y evitación de estímulos aversivos, pero la teoría subyacente parecía tener grandes similitudes.

Más adelante en la carrera encontré un trabajo de Skinner de 1954 titulado “Crítica de los conceptos y teorías del psicoanálisis”. En él reconocía que Freud había descubierto relaciones muy interesantes entre experiencias infantiles del sujeto y su comportamiento en la etapa adulta. Añadía que la pena era que las hubiese formulado en términos de aparato psíquico en vez de en términos de aprendizaje. En su momento me pareció una formulación muy sugerente que podía constituirse en objetivo de investigación en el futuro: sería deseable reformular el psicoanálisis utilizando los conceptos de la teoría del aprendizaje. Esta atracción personal por la integración de conductismo y psicoanálisis dista mucho de ser original. Son clásicos los trabajos de Dollard y Miller al respecto, y más recientemente los de Paul Wachtel. Resulta sorprendente no obstante que no se haya avanzado más en esta dirección. En lo sucesivo hablaré de terapias analíticas en vez de psicoanálisis, ya que lo que se afirme será básicamente aplicable a todas ellas. Por terapias analíticas entiendo aquellas terapias basadas en el psicoanálisis como teoría, independientemente de que acepten o no su técnica. El psicoanálisis, la terapia psicoanalítica y el análisis bioenergético pertenecerían a esta categoría. Cuando sea oportuno haré comentarios específicos para el análisis bioenergético. Exploraré en primer lugar el elemento de aprendizaje en las terapias analíticas y más adelante el elemento de análisis que existe tanto en las terapias analíticas como en la modificación de conducta. Intentaré finalmente formular cómo se integran los dos elementos en la práctica del análisis bioenergético.

El papel del aprendizaje en las terapias analíticas

A continuación exploraré en qué medida existen fenómenos de aprendizaje en las terapias analíticas, y cómo los conceptos de la teoría del aprendizaje nos pueden ayudar a comprender tanto la psicopatología como la naturaleza del proceso terapéutico. Algunos conceptos básicos de la teoría del aprendizaje Permitidme recordar de forma esquemática algunos conceptos básicos de teoría del aprendizaje que utilizaremos en este intento de integración. – Aprendizaje: normalmente se define como los cambios más o menos estables en la conducta que tienen lugar como consecuencia de la experiencia. – Generalización: proceso por el que el organismo responde de forma parecida ante estímulos que se asemejan. Dichos estímulos se perciben en mayor o menor medida como equivalentes, generando por consiguiente respuestas del mismo tipo, aunque de diferente intensidad en función de la mayor o menor semejanza con el estímulo original. – Discriminación: capacidad de distinguir estímulos parecidos. Posibilita responder de forma diferente ante ellos. Es el proceso opuesto a la generalización. 4 – Habituación: disminución o desaparición de la respuesta a un estímulo como consecuencia de la exposición repetida al mismo. – Sensibilización: intensificación de la respuesta a un estímulo que originalmente no produce respuestas tan intensas. Es el proceso opuesto a la habituación. – Desensibilización: Reducción de la respuesta incrementada ante un estímulo – Desensibilización “in vivo”: Desensibilización que se produce mediante la exposición prolongada y repetida al estímulo que genera la respuesta excesiva. En modificación de conducta se considera que en algunos casos es la forma más eficaz de reducir la ansiedad asociada a trastornos fóbicos y obsesivos.

Es razonable intentar conceptualizar la psicoterapia en términos de aprendizaje Las dos características básicas de la definición de aprendizaje expuesta anteriormente son, por un lado, la estabilidad de los cambios producidos y, por otro, el hecho de que esos cambios se hayan producido como consecuencia de algún tipo de experiencia del sujeto. Ciertamente los cambios que se producen en una terapia se pretende que sean más o menos estables, por lo que satisfarían la primera condición para ser conceptualizados como aprendizajes. Por lo que respecta a la segunda condición, podríamos clasificar los distintos tipos de terapias en dos categorías básicas: terapias biológicas y terapias psicológicas. Terapias biológicas serían aquellas terapias que incidirían directamente, de una u otra forma, en las estructuras biológicas responsables de la conducta humana.

Se puede intervenir en dicho sustrato por ejemplo mediante métodos quirúrgicos (lobotomías, implante de chips…) que modifiquen su estructura, o mediante otos métodos que afecten a su función (terapia electroconvulsiva, suministro de medicación…) En este tipo de terapias los cambios tendrían lugar, utilizando terminología informática, a nivel de “hardware” y no tendrían que ver con procesos de aprendizaje. Por el contrario, en los distintos tipos de psicoterapia, los cambios se producirían a nivel de “software”, teniendo lugar como consecuencia de la experiencia de la situación terapéutica, por lo que resulta razonable intentar comprenderlos en términos de aprendizaje. Lamentablemente en las psicoterapias analíticas no se suele utilizar mucho el concepto de aprendizaje. Parece que se le considera patrimonio de la modificación de conducta.

Sería conveniente, no obstante, incluir el aprendizaje en la conceptualización del cambio. Ello nos permitiría utilizar los conocimientos existentes respecto a las diferentes variables que intervienen en el aprendizaje para entender mejor las vicisitudes de los procesos de cambio y optimizar el tratamiento. Propondré seguidamente de modo sucinto algunas ideas para la reflexión. Desarrollarlas en detalle sería objeto de un libro más que de una ponencia. Pasaré rápidamente sobre las formulaciones sobradamente conocidas que la teoría del aprendizaje hace de la psicopatología y me centraré en el aspecto que aquí más nos interesa que es el de la terapia. Comprensión de la psicopatología en términos de aprendizaje Es habitual la clasificación de las patologías desde un punto de vista etiológico en patologías por déficit y patologías por conflicto. Aunque es común hablar en estos términos, 5 en realidad no son categorías excluyentes: los conflictos pueden generar déficits, y los déficits pueden ocasionar conflictos. Las patologías por déficit son fácilmente comprensibles en términos de aprendizaje.

El individuo no ha tenido la oportunidad de “aprender” determinadas habilidades o desarrollar determinados aspectos de su persona. Si una persona en su infancia no se ha sentido deseada, querida por personas significativas, es bastante probable que no se sienta querible, deseable, segura en las relaciones interpersonales. En las patologías por conflicto el papel de la ansiedad, vergüenza, culpa… es determinante. Los niveles de estas emociones son excesivos, sin correspondencia con la situación real. Se pueden entender como sensibilizaciones ante determinadas situaciones, y generalizaciones a situaciones parecidas. En nuestra práctica como analistas bioenergéticos constatamos con frecuencia la existencia en algunas personas de una conciencia reducida de sus tensiones musculares y otros tipos de sensaciones corporales. Desde la teoría del aprendizaje podemos entender este fenómeno en algunos casos como el resultado de un aprendizaje discriminativo deficiente en ese área, tal vez como consecuencia de no haber sido suficientemente valorada o de haber resultado conflictiva. En otras ocasiones podría ser debida a un proceso de habituación a una tensión o sensación constante. Al no existir una alternancia de estados diferentes el organismo se habitúa a un nivel de estimulación constante, que por consiguiente deja de percibirse.

Conceptualización de la psicoterapia en términos de aprendizaje En las patologías por déficit se trataría de crear situaciones que permitan sentir y mantener (aprender) esas sensaciones a las que hacíamos referencia anteriormente (seguridad, ser querible…) que no se ha tenido la oportunidad de experimentar. La posibilidad de trabajar en análisis bioenergético con el contacto ofrece una oportunidad privilegiada de incidir en este tipo de problemáticas. En las patologías por conflicto el objetivo terapéutico sería la reducción de la intensidad de los sentimientos negativos que están en su base. Ello se lleva a cabo de forma privilegiada en el trabajo con la transferencia. Me detendré un momento en este tema que es especialmente importante para ver cómo podemos entenderlo desde la perspectiva del aprendizaje, tanto como fenómeno que aparece en la situación terapéutica como en la vertiente técnica de su utilización en la terapia. Se pueden entender diferentes cosas bajo el término de transferencia. En uno de sus sentidos, el más general, transferencia es aquello que el paciente siente hacia su terapeuta en la situación terapéutica. En un sentido más restrictivo sería la parte de esos sentimientos que no están motivados por la realidad de la situación terapéutica. Podemos decir que el paciente recrea en la situación terapéutica sus problemas, lo que ofrece una oportunidad privilegiada para percibirlos, entenderlos y resolverlos.

En la medida en que los sentimientos del paciente hacia su terapeuta o hacia personas de su entorno no se corresponden con la realidad de la situación, podríamos entenderlos en algunos casos como generalizaciones de respuestas dadas a estímulos semejantes en otros momentos y situaciones de su historia que presentan una cierta similitud con la situación actual. En estos casos, la identificación de la situación original posibilita su discriminación (mecanismo opuesto a la generalización) respecto a la presente y la respuesta diferencial ante la misma. Recalco la matización de “en algunos casos”, ya que en otros la respuesta transferencial del sujeto no se produce por la 6 “confusión” de una situación anterior con la actual, sino por la “necesidad” de experimentar esos sentimientos por los beneficios (refuerzos positivos) que le reportan, como por ejemplo alivio de los sentimientos de culpa. El trabajo en la situación terapéutica con la transferencia permite no solo favorecer la discriminación respecto a otras situaciones, sino también llevar a cabo desensibilizaciones “en vivo” de respuestas de ansiedad, vergüenza, culpa… Para todo ello es necesario analizar previamente la transferencia, es decir primero identificarla y después entender por qué se produce. El trabajo con la transferencia ciertamente ilustra muy bien la interacción entre análisis y aprendizaje en el curso de la terapia.

Un análisis correcto posibilita el aprendizaje pertinente. El tipo de desensibilización que se produce en las terapias dinámicas no es de tipo “sistemático”, como en la modificación de conducta. Las desensibilizaciones se van produciendo de manera más bien natural, no planificada; podríamos tal vez denominarlas “asistemáticas” o no planificadas de manera sistemática. En la medida en que el paciente ha podido adquirir nuevas formas de relación en el ámbito protector de la situación terapéutica podemos entender que mediante un proceso de generalización vaya pudiendo progresivamente incorporar esas nuevas capacidades (pautas) a su vida diaria en su entorno habitual.

El trabajo en grupo ofrece especiales ventajas para el desarrollo de estos procesos de generalización, al constituir un entorno intermedio entre la situación de la terapia individual y el mundo exterior. El conocimiento de las leyes del aprendizaje relativas a las estrategias óptimas para favorecer los procesos de generalización, discriminación, desensibilización… nos puede permitir optimizar el aprendizaje y aumentar la eficacia del tratamiento. De momento funcionamos en muchos casos de manera bastante intuitiva. Por ejemplo, cuando trabajamos con pacientes que están muy desconectados de las sensaciones corporales, es en gran medida nuestra intuición la que regula el tiempo de permanencia en un ejercicio o la que sugiere pequeñas variaciones en su realización. Sería interesante explorar la posible utilidad del uso de la tecnología de biofeedback para ayudar a nuestros clientes a aumentar su capacidad de discriminación de las sensaciones corporales, su capacidad de relajarse, de tener una respiración profunda y completa.

Actualmente utilizamos el banco bioenergético como herramienta que puede ayudar al paciente en su proceso terapéutico. ¿Podríamos utilizar alguna otra más sofisticada? La teoría del aprendizaje y su fundamentación biológica nos puede ilustrar también sobre los límites de las posibilidades de cambio. Parece ser que los aprendizajes antiguos, de tipo emocional, no se olvidan. Simplemente es posible inactivarlos mediante aprendizajes más recientes y sofisticados. El problema es que en situaciones de estrés en las que el organismo dispone de energía limitada, no se puede inhibir el funcionamiento de los aprendizajes antiguos, y vuelven a emerger.

Ello lleva a veces a los pacientes a situaciones de desesperación, a pensar que no han cambiado nada, que se sienten y se comportan como antes. En la medida en que sepamos que esto es algo esperable que suceda en situaciones de estrés podremos ver la situación con una mayor perspectiva y no caer en la desesperanza. IV – El papel del análisis en las terapias analíticas y en la modificación de conducta. 7 Exploraré en primer lugar qué entendemos por análisis en general, y más específicamente en el ámbito de una psicoterapia analítica. Trataré luego sucintamente del concepto de análisis en modificación de conducta y su relación y diferencias con el concepto psicoanalítico.

¿Qué entendemos por análisis? Según el Diccionario de la Real Academia Española, en su primera acepción, análisis es la “Distinción y separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios o elementos.” En su segunda acepción, en un sentido figurativo, análisis es el “Examen que se hace de una obra, de un escrito o de cualquier realidad susceptible de estudio intelectual” A mi modo de ver podríamos decir que analizar significa investigar la estructura de algo complejo, lo cual posibilitaría descubrir su funcionamiento. En psicoterapia significaría entender las vivencias y comportamientos de una persona, en términos estructurales (actuales) y evolutivos (cómo se ha llegado a constituir esa estructura).

Ello permitiría imaginar una estructuración más funcional de la personalidad y plantearse cómo alcanzarla, determinar qué tipo de aprendizaje es necesario (qué es lo que hay que aprender) y cómo llevarlo a cabo. Analizar significa comprender el caso, entender en qué medida las dificultades que experimenta una persona son consecuencia de un déficit o de un conflicto. En este segundo caso habría que entender las vivencias y conducta del paciente en términos de conflictos entre impulsos que buscan descargarse produciendo placer y la anticipación de experiencias desagradables (angustia, ansiedad, vergüenza, culpa…) que generan esos impulsos o su descarga. El análisis trataría asimismo de identificar las medidas defensivas utilizadas para protegerse de esa situación peligrosa. Analizar significa entender la dinámica del paciente (conjunto de fuerzas que actúan en él) en términos de conflictos entre las instancias que le constituyen o entre elementos de dichas instancias. Significa comprender desde un punto de vista evolutivo cómo se ha llegado a esa situación.

El deseo es un elemento central en las terapias analíticas. Analizar implica pues investigar en qué medida el sujeto desea lo que le pasa, descubrir los diferentes deseos posiblemente en conflicto que experimenta respecto a una misma situación. Si la persona no respira bien, no se trata solamente de enseñarle a respirar, sino de ver por qué no respira bien, investigar si obtiene algún beneficio de no respirar bien, como por ejemplo tener controlado su mundo emocional, contener su sentimiento de desesperación y sus ganas de llorar. Si no analizamos la situación en toda su complejidad y nos empeñamos en que la persona aprenda a respirar más profundo, surgirán las resistencias, porque la persona está ambivalente respecto al tema, por una parte lo desea y por otra lo teme.

El trabajo verbal nos puede permitir explicitar los temores, analizarlos y conseguir que poco a poco vayan disminuyendo, y el objetivo de respirar profundo resulte menos ambivalente. Aún con ello el proceso no será fácil. Seguirán existiendo resistencias que podríamos denominar inerciales. El ser humano no es ilimitadamente plástico, maleable; no modifica inmediatamente su conducta cuando las circunstancias cambian. Cuando la persona, el organismo, se ha comportado de determinada manera durante un tiempo prolongado, esas pautas se encuentran en cierta medida fijadas y resulta difícil cambiarlas. Tomando una analogía de la física podríamos decir que en cierta medida es una situación parecida a la de un cuerpo que se mueve a gran velocidad en una dirección y al que se le aplica una fuerza para cambiar su movimiento. El cuerpo no invierte su dirección de movimiento en el acto, sino que va 8 disminuyendo progresivamente su velocidad en función de la intensidad de la fuerza, hasta que se acaba parando y finalmente cambiando de sentido de movimiento. Dado que por inercia se entiende la resistencia de un cuerpo a cambiar su movimiento, es por lo que proponía el nombre de inerciales para este tipo de resistencias. En este punto el análisis ha cumplido ya su función, pero no es suficiente.

Es necesario un proceso de aprendizaje que capacite al individuo para experimentar las sensaciones para las que podríamos decir que ya esta “psicológicamente preparado”, no tiene ambivalencia hacia ellas. El análisis es fundamental en la terapia. Nos sirve para ver hasta que punto la persona quiere realmente conseguir lo que dice querer conseguir, entender sus ambivalencias. Pero tiene sus limitaciones, hay que pasar a la práctica e ir progresivamente capacitando a la persona a que pueda vivir la vida en toda su intensidad. El análisis en la modificación de conducta En modificación de conducta ocupa un lugar destacado el análisis funcional de la conducta. Podríamos definirlo como el proceso de identificación de las variables externas de las que el comportamiento depende. Las variables externas serían las variables independientes y la conducta la variable dependiente. En su vertiente más radical se trataría de establecer relaciones entre dos variables observables: estímulos y conducta. Las vivencias del sujeto se considerarían variables internas difíciles de conocer con objetividad y en cualquier caso innecesarias para el tratamiento. En modalidades menos estrictas de carácter cognitivo se trabajaría también con las ideaciones del sujeto como variables independientes determinantes de sus sentimientos. Tanto en psicoanálisis como en modificación de conducta se realizan análisis funcionales. La diferencia es que en psicoanálisis se incluyen en el análisis no solo la conducta y las variables externas, sino también las vivencias del sujeto o variables internas. Lo que tienen en común es que los dos constituyen un intento de encontrar relaciones causales entre conducta y otras variables explicativas. La diferencia radica en el tipo de variables que se utilizan. A mi modo de ver una diferencia de hecho entre los análisis funcionales de orientación psicoanalítica y los de modificación de conducta es la mayor sofisticación de los primeros, la investigación de refuerzos más sutiles o encubiertos y la exploración de las ambivalencias ocultas del sujeto.

Si una persona no ha “aprendido” algo, a lo mejor no es porque no haya sabido o no haya tenido la oportunidad de aprenderlo, sino porque no desea aprenderlo. V – Análisis y aprendizaje en terapia bioenergética Finalizaré con algunos comentarios sobre ciertos aspectos específicos del análisis bioenergético El análisis bioenergético se encuentra en cierto sentido en una posición intermedia entre el psicoanálisis y la modificación de conducta. En el psicoanálisis, la iniciativa del terapeuta se ve restringida por la regla de la abstinencia, que le obliga a tener un papel lo más neutral posible con el objetivo de interferir al mínimo en la situación terapéutica. En la modificación de conducta, por el contrario, el terapeuta toma un papel muy activo diseñando un plan de aprendizaje. En análisis bioenergético estamos en una posición intermedia: intentamos interferir lo mínimo posible en el proceso terapéutico, pero al mismo tiempo tomamos iniciativas sugiriendo en determinados momentos la realización de 9 diferentes ejercicios. Ello dista bastante de la posición en el psicoanálisis clásico de comunicar únicamente la regla fundamental de asociar libremente, y limitarse después a señalar e interpretar.

En la medida en que intervenimos más activamente corremos el peligro de interferir en el proceso, pero si hemos realizado un análisis correcto de lo que está aconteciendo, lo más probable es que lo dinamicemos, en vez de interferir con él. Existen diferentes maneras en las que mediante el trabajo corporal podemos dinamizar el tratamiento. Unas estarían más relacionadas con la potenciación del análisis y otras con la del aprendizaje, aunque en realidad, directa o indirectamente, afectarían a los dos ámbitos. Podemos por ejemplo utilizar el trabajo corporal para dinamizar el proceso, movilizando una situación estancada. Con frecuencia el individuo ha llegado a una situación de equilibrio relativo que maximiza su placer y minimiza su sufrimiento. En estos casos puede experimentar resistencias a abandonar este equilibrio precario que le ofrece cierta seguridad. Trabajando con la respiración, el movimiento y la expresión podemos avivar el proceso, posibilitando una salida del impasse. Este aspecto del trabajo corporal estaría más relacionado con el trabajo con el conflicto, con la toma de conciencia del mismo, su análisis y resolución.

El trabajo con el contacto facilita la restauración de déficits emocionales experimentados en el curso del desarrollo y el trabajo con conflictos relacionados con las necesidades de vinculación. Un objetivo básico del análisis bioenergético a diferencia de una terapia verbal es el lograr un aumento de la sensibilidad corporal, es decir, conseguir un incremento de la capacidad de percibir sensaciones y discriminarlas, como forma de promover una mayor conciencia de uno mismo no solo a nivel de sensación sino también de sentimiento.

Mediante el trabajo corporal podemos promover la aparición de nuevas sensaciones gratificantes de asentamiento, centramiento, integración, relajación, vitalidad…, posibilitando su discriminación respecto a las sensaciones que la persona experimenta habitualmente. Esta faceta estaría en principio más relacionada con procesos de aprendizaje, aunque no necesariamente desligada del tema del conflicto, tanto desde un punto de vista evolutivo como actual. Los conflictos psicológicos del sujeto, a lo largo de su vida, pueden haberle llevado a distanciarse del cuerpo y de sus sensaciones, lo cual, a lo largo del tiempo, habría dado lugar en la actualidad a una limitación en su capacidad para identificarlas. Por otro lado la nueva situación de aprendizaje puede generar conflictos. En la medida en que se incremente la vitalidad y ello conlleve un aumento de la energía de impulsos que generan emociones negativas en el sujeto, volveremos a estar de nuevo en el campo del conflicto. Esto nos permitirá verlo más claramente y analizar sus causas posibilitando su resolución. Análisis y aprendizaje se entrelazan inseparablemente en la práctica del análisis bioenergético.

El análisis posibilita la planificación de situaciones idóneas de aprendizaje. El aprendizaje genera nuevas situaciones de análisis. Estos procesos diferentes muchas veces se integran en la práctica de forma intuitiva. Una comprensión de su naturaleza distinta y de sus papeles respectivos en la terapia, posibilitará una integración más explicita, que seguramente redunde en beneficio del proceso terapéutico. VI – Conclusión Podemos concluir diciendo, a modo de resumen, que, desde un punto de vista teórico, la teoría psicoanalítica y la teoría del aprendizaje ofrecen al análisis bioenergético un sólido 10 cuerpo de conocimientos que se puede integrar en la sistematización de su teoría.

Desde un punto de vista clínico, una cabal comprensión, en términos analíticos y de aprendizaje, tanto de la estructura de personalidad del sujeto como de los factores implicados en el proceso de cambio, nos ayudará a formular una estrategia terapéutica eficaz, que nos permita integrar el trabajo verbal y corporal, y aumentar la eficacia del tratamiento. Espero que la exposición de este intento preliminar de integración de psicoanálisis, teoría del aprendizaje y análisis bioenergético os resulte sugerente y despierte en vosotros el deseo de continuar la tarea. Confío en que con el trabajo de todos vayamos progresivamente enriqueciendo el análisis bioenergético con las aportaciones de aquellos otros modelos que sean integrables. Todo ello seguramente ayude a que el análisis bioenergético ocupe finalmente el lugar que merece en la psicología y en la sociedad.

No sucede lo mismo con las teorías sobre las que se apoyan: el psicoanálisis como teoría del funcionamiento psíquico y la teoría del aprendizaje. Permitidme que haga referencia a algunas lecturas que contribuyeron a despertar en mí la creencia en la posibilidad de su integración. En mis primeros años de formación universitaria tuve acceso a dos libros que me resultaron muy sugerentes: La “Introducción al Psicoanálisis” de Sigmund Freud y “Más allá de la libertad y la dignidad” de B.F. Skinner. Aunque de dos orientaciones muy diferentes, ambos provocaron en mí gran interés y 3 sentimientos afines. En ambos se explicaba la conducta humana en función de los aspectos más primitivos (podríamos decir animales) del ser humano, en vez de en función de sus motivaciones más elevadas o más supuestamente humanas. La terminología era diferente, podía hacerse referencia a vivencias internas o a comportamientos observables, podía hablarse de búsqueda del placer y evitación del dolor o de búsqueda de refuerzos positivos y evitación de estímulos aversivos, pero la teoría subyacente parecía tener grandes similitudes.

Más adelante en la carrera encontré un trabajo de Skinner de 1954 titulado “Crítica de los conceptos y teorías del psicoanálisis”. En él reconocía que Freud había descubierto relaciones muy interesantes entre experiencias infantiles del sujeto y su comportamiento en la etapa adulta. Añadía que la pena era que las hubiese formulado en términos de aparato psíquico en vez de en términos de aprendizaje. En su momento me pareció una formulación muy sugerente que podía constituirse en objetivo de investigación en el futuro: sería deseable reformular el psicoanálisis utilizando los conceptos de la teoría del aprendizaje. Esta atracción personal por la integración de conductismo y psicoanálisis dista mucho de ser original. Son clásicos los trabajos de Dollard y Miller al respecto, y más recientemente los de Paul Wachtel. Resulta sorprendente no obstante que no se haya avanzado más en esta dirección. En lo sucesivo hablaré de terapias analíticas en vez de psicoanálisis, ya que lo que se afirme será básicamente aplicable a todas ellas. Por terapias analíticas entiendo aquellas terapias basadas en el psicoanálisis como teoría, independientemente de que acepten o no su técnica. El psicoanálisis, la terapia psicoanalítica y el análisis bioenergético pertenecerían a esta categoría. Cuando sea oportuno haré comentarios específicos para el análisis bioenergético. Exploraré en primer lugar el elemento de aprendizaje en las terapias analíticas y más adelante el elemento de análisis que existe tanto en las terapias analíticas como en la modificación de conducta. Intentaré finalmente formular cómo se integran los dos elementos en la práctica del análisis bioenergético.

Bibliografía

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Wachtel, P. L. (Editor) Resistance: Psychodynamic and behavioral approaches. New York: Plenum Press, 1982. Wachtel, P. L. Action and insight. New York: The Guilford Press, 1987.